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viernes, 30 de mayo de 2014

Rojo

Daño,
daño causado con cada acto,
con el movimiento.

Cada pensamiento,
y nada tiene sentido,
solo sangre y algún texto aquí escrito.

Metáforas, heridas
alas de la escritura de una pluma entintada en rojo carmesí,
que no se siente sin la culpa,
que redacta el suicidio de un alma en sí
que desangra segundos contados por mí.

¡Ayuda!,
me piden tus ojos, y tus lágrimas bajo esa sonrisa que tú dibujas.

Falsas formulas de cortesía.
Sonrisas frívolas, miradas que te juzgan.
Palabras cariñosas que hielan
y nadie que a quitar vaya tus culpas.

Arrepentimiento,
este sentimiento
de no saber si aun estas a tiempo,
añorando ese momento,
de sentirte libre como el viento.

Palabras que cuentan
como una lágrima resbala dejando un cauce por el camino
 recorrido en el precipicio
de la oscuridad del miedo.

¿Quién soy yo? y ¿De mi qué esperan?,
¿Hasta dónde puedo? y ¿Qué me supera?,
¿Por qué nada conseguir puedo?
Solo lagrimas mías, y carmín en los labios,
no queriendo sonreír, sonriendo.

Ojos oscuros,
oscuros ojos en los que
quien mirase solo encontraría miedo.
Miedo,
reflejado en la inocencia de unos ojos en llanto
sujetando blancos pañuelos.
 La paz de un abrazo pidiendo,
el retiro de un silencio sincero.
La comprensión de unos brazos abiertos.


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